El Sofá del Zorro

Historias urbanas, humanas y digitales





Adoro el Otoño. No es que no me guste el verano, es que amo el Otoño.

El viento fresco y húmedo lleno de aromas, la temperatura justa para ir en manga corta y no sudando como un pollo. La luz dorada del atardecer, dormir la siesta al sol sin quedarte como una gamba, sin necesidad de estar viscoso rebozado en crema. Nuevos proyectos, y todavía buen tiempo para salir de terrazas y hablar de ellos.

Aun se puede conducir de noche con las ventanillas bajadas sin quedarte con la nariz helada y goteante como un perro. Y dormir con la brisa fresca entrando por la ventana, a la vez que estás enroscada en un edredón finito y mullido...

Sí, ya lo se, las vacaciones se han acabado, vuelta al trabajo. Pero como ya no tenemos esos tres meses de vacaciones seguidas, ni los profes, pues más vale la pena aprovechar y disfrutar lo que tenemos y dejar de lloriquear como plañideras profesionales, o no?


En Otoño, comienzan las temporadas musicales, exposiciones y nuevas carteleras. Las estivales suelen ser aterradoras. Entiéndase, no debido a los títulos de terror, si no a que la gran mayoría de cine de usar y tirar lo dejan para entonces, porque todo el mundo está de terrazas y fiestas populares, en vez de ir al cine. Se acerca el
Festival Fantástico de Sitges, que ese sí que es para pasar miedo del bueno.

Durante el Otoño te baña la luz del verano, pero con un tono añejo, íntimo y un tanto misterioso, de penumbra y luz a medio gas. Un escalofrío que avisa del invierno a traición, que te pilla desprevenido, como las primeras lluvias. Algo de romántico y barroco, como los carteles modernistas de
Alfons Mucha, con sus colores y formas sinuosas y sus "mujeres hadas", (Alegoría del Otoño al principio del post). Derroche de lujo dorado y de buenas intenciones para el año nuevo laboral-escolar que empieza. Es como una Navidad con calorcito. Y sí en Otoño me da un ataque de revisar de nuevo, de forma ritual, todo el Art Nouveau o Modernismo y Art Decó, que cae en mis manos.(y pintura moderna y del XIX en general...)

En fin, no puedo ocultar que es mi época preferida porque vuelvo a ver a los amigos potentados que se han ido de vacaciones, malditos!!!, y retomo mis actividades extraescolares urbanitas de nuevo. La ciudad deja de parecer un desierto y comienza a latir con fuerza esperando el fin de semana o las escapadas vespertinas hasta que llega el sábado.

Todo está abierto y todo el mundo vuelve a estar localizable. Los blogs se despiertan del letargo (como es mi caso), y tu revista favorita que cierra en agosto, se vuelve a publicar.



Y sobre todo los parques... y el campo, es una maravilla caminar por la montaña cercana a la ciudad mientras te envuelve una serenata de luces metálicas y en los caminos te asaltan las primeras setas que cocinadas, traen reminiscéncias de bosques y cuentos de hadas... Así que vamos a poner una receta especial de setas para celebrarlo al final del post.

Definitivamente, me alegro de que sea Otoño.



Champiñones / girgolas con sésamo y jengibre.


Ingredientes

  • champiñones o gírgolas de supermercado, o alguna seta de este tipo que no son tan gustosas simplemente a la plancha
  • ajo en polvo o bien finamente picado
  • semillas de sésamo
  • jengibre en polvo
  • aceite vírgen
  • perejil fresco u orégano fresco, es importante que sean frescos

Preparación

  1. Se parten los champiñones, una vez límpios en trozos grandes, preferiblemente haciendo cortes radiales, quedarán como taquitos triangulares.
  2. Calentamos el aceite en una sarten antiadherente y ponemos los champiñones, las semillas e sésamo y los ajos muy finitos.
  3. A fuego lento lo vamos removiendo con una cuchara de palo y lo dejamos tapado para que se vayan haciendo a fuego lento, de manera que dejen ir su propia agua que servirá de salsa.
  4. Cuando las setas estén medio hechas se le añade el jengibre y el perejil u orégano muy finamente picados. Se tapa y se deja que se cuezan un poco más.
  5. En el momento en que estén un poco crudos o tiesos, pero ya cocinados se saca la paella del fuego y se sirven.

Truco: si se han quedado sin caldito porque le has puesto demasiado fuego, puesdes añadir un poco de agua para que recuperen un poco de salsa.

Aprovechando mi búsqueda de imágenes por la red, incorporo a mis sofás, este blog sobre pintura, "Aquí mando yo", del que he tomado el cuadro de los árboles.

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