El Sofá del Zorro

Tengo, no una si no mil obligaciones y cosas por hacer. Estando como estoy de vacaciones, una terrible pereza se apodera de mí, ahora que tengo tiempo para hacer mis cosas...
Me tira agresiva contra el futton de mi casa. El que pongo los domingos por la mañana bajo el sol de las cristaleras del balcón cerrado. Dormito con libros y hojas en blanco para tomar notas, a mi alrededor. Qué grata compañía.

Sólo tengo ganas de escribir en el blog, vagabundear por la red en busca de información y de comida para mi cerebro para que este deje de comerse él mismo cuando lo dejo ocioso.

Me trago hasta la película terrible de Harry Potter, para engañarlo y entretenerlo, casi emocionada. Quiero tener en estasis mis meninges agotadas de pensar en lo que deben y no en lo que quieren y no pueden hacer.

Me entretengo en la contemplación con el mantra del calorcillo de la esterilla eléctrica. Me quedo quieta como un gato al sol. He llegado a la iluminación, al satori. Sintiendo los músculos relajados y las neuronas también. (Por qué no tendré robots que trabajen para mí...).

Lo malo de la contemplación es que no te importa nada. (No producen eso mismo las drogas, el prózac ???...uix). Vamos, algo como lo que muestra mi gato... (malditos mininos que vienen con paz interior de serie). Y lo peor es que no tengo ni mala conciencia. Y eso que se me echan encima las fechas de entrega. Lo dicho, si esto es la iluminación y el equilibrio, es un poco aburrida. Desvirtua la humanidad.