El Sofá del Zorro

Historias urbanas, humanas y digitales

23:16

Nocturnidades veraniegas

Publicado por Kitsunesan |




Como buen animal vespertino, adoro el atardecer y la noche recién estrenada. Como buena urbanita ,soy forofa de lo que caractariza a la ciudad por encima de cualquier otra acumulación humana; las luces que la iluminan.

La ciudad lo es porque dentro de la oscuridad natural que sobreviene durante la noche, el ser humano, enciende sus fuegos y sus luces. Cosa que el resto de animales no puede hacer. Traen la luz a la oscuridad. Como un racimo de estrellas dentro del suelo. Como un reflejo del Cielo aquí en la Tierra.



Lo más fantástico es ver en prespectiva los miles de puntos de colores que iluminan casas y caminos, carreteras y autopistas. Que esconden historias infinitas de aquellos que brillan bajo su fulgor. Es un espectáculo pirotécnico sin escándalo ni ruido, que se dispara igual que lo hace el atardecer en un coro que une naturaleza, ciencia y tecnología. Como el ser humano, biología, sentimiento, razón, técnica y arte.





Triste y vulgar me parece la ciudad durante el día, donde no guarda misterios. Destellante y arcana, en las horas antes del silencio y el sueño. Intersticio en el que los sintientes viven y apuran los ficticios instantes de un día cuyo foco mayor ya se ha apagado hace horas.

Y si me fascina observar el titilar de las luces nocturnas. No es menos maravilloso circular por los cinturones que rodean la urbe y observar las luminarias de edificios y construcciones, mientras el aire entra por las ventanillas bajadas, y alborota mi pelo, el frescor veraniego y el canto de motores de la metrópoli.

Por encima de este lujo está el conducir, en mi falso e improvisado descapotable con techo, mientras el atardecer y las primeras luces, disparadas por la planificación y la electrónica a una hora determinada, se funden y unas se encienden mientras otra se apaga.

Adoro el atardecer, la noche, el verano, la brisa, la luz vibrante y artificial, la ciudad cuando palpita y se viste con lentejuelas de neón como una Gran Dama. Esa Titania tecnológica que nos acoge a todos y que vela mientras nosotros soñamos, con la única conversación de fotones imparables.

La ciudad lo es porque crea el habitat imaginario y real del animal en cautividad que protege, el ser humano, y porque rompe el órden natural.

Visitad este sitio, es de donde las he obtenido. Hay más ejemplos que valen la pena.
La música es de Llibert Fortuny, que de bien jovencito se fué a estudiar jazz en los clubs de Nueva York.

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